El primer fin de semana de esta 37 edición del Festival Cervantino resulto ser muy divertido y sobre todo muy movido, ya que corriendo de un lado para el otro pude presenciar muchos espectáculos, les cuento.
Para comenzar, el sábado me dirigí a la Casa Zacatecas, que se encuentra muy cerca de la Oficina de Correo en el centro de la ciudad, donde degusté las delicias de la cocina zacatecana en su muestra gastronómica que además está abierta para el público en general, asimismo adquirí algunas piezas de artesanía: canastos, una bolsa tejida de ixtle, dulces. En tantos años que tengo de asistir al Cervantino, no recuerdo que alguna casa de Estado invitado de honor se haya lucido tanto como Zacatecas, la verdad es que está muy bien puesta, son tremendamente amables y hace quedar muy bien a Zacatecas.
De ahí, me dirigí al Museo Diego Rivera para ver la exposición de “40 años de gráfica” de Manuel Felguérez, la que disfruté muchísimo pues pocas nunca había tenido la oportunidad de ver la obra de este artista en persona.
Luego me tomé un tiempo para caminar por las calles y lamentar la gran cantidad de representaciones callejeras de pésima calidad, aunque también encontré sus excepciones y dos que tres estaban bastante bien; así llegué hasta la Alhóndiga de Granaditas, donde sólo tuve tiempo de escuchar a Willy Chirino por menos de 20 minutos, pues salí corriendo para llegar a una magnífica Cena de Reyes, la que no debo ni quiero explicar pues se pierde el sentido, sólo deseo aclarar que es un verdadero deleite para todos los sentidos. Sé que se presentará en otras partes de la República y deben ir, pero sin que nadie les cuente antes, el factor sorpresa en este caso es parte fundamental.
El domingo decidí sacar mi lado infantil y acudí a escuchar las deliciosas narraciones de Mario Iván Martínez en el Teatro Cervantes. De camino hacia allá, pude constatar que ya no había tanta gente en las calles como el viernes y el sábado por la tarde. En fin, que el Cervantes estaba a reventar y da gusto ver que el público infantil también tiene presencia en este festival.
Mario Iván Martínez contó una leyenda preciosa, pero la segunda parte del espectáculo que dura apenas más de una hora (perfecto tiempo para mantener la atención de los niños) estuvo muy divertida, con la fábula del “Coyote y la serpiente”. Niños y adultos riendo y carcajeando por momentos.
Cuando salí del Teatro Cervantes, alcancé perfecto a llegar a la Alhóndiga de Granaditas, donde se presentó Paquito D’Rivera. Sabor, ritmo y simpatía es lo que derrochó el artista en el escenario. Una velada bastante fría, pero al final la gente entró un poco en calor, cuando D’Rivera invitó a todos a bailar un danzón en la despedida.
Esto fue a grandes rasgos lo que pasé en el primer fin de semana de FIC. De aquí al viernes mi cuota será un espectáculo por día.
Así o más divertido te la puedes pasar tú en el Festival Cervantino, recuerda que quedan todavía dos fines de semana de FIC.
